El sueño de un algoritmo

Por Agniezska Zimolag

Mientras camino hacia casa por la noche, la superficie del pavimento mojado brilla en todos los tonos del negro. Y me recuerda que surfeo. No sólo en la calle, también en la interminable y pulida superficie del mundo. Formo parte de él. La calidez del reflejo me absorbe, especulándolo todo alrededor. Luz y color, acción y pensamientos. Una superficie sin contenido que necesita reflectar para existir, para tener significado.

29/11/2016
Fuente:
Institute of Network Cultures23/9/2016
Traduccióntintank
Reconocimiento del yo virtual

La máquina bioinformativa ya no puede ser separada del cuerpo o de la mente, porque ha dejado de ser una herramienta externa para convertirse en un transformador de la mente y el cuerpo desde el interior, un potenciador lingüístico y cognitivo. A día de hoy, la nanomáquina ya está provocando mutaciones en el cerebro humano y en su capacidad lingüística para producir y comunicar. La máquina somos nosotros. Franco Berardi

Lo virtual ha transcendido la percepción que yo tengo de mí misma y de mi vida. La tecnología se ha convertido en una herramienta para pensar y mirar las cosas que me rodean. Los límites se han hecho imprecisos; ya no está claro dónde termina el ser humano y dónde empieza la tecnología. Hay una zona borrosa donde yo, yo misma, la tecnología y el resto del mundo se confunden.

Ahora capturamos nuestras reflexiones, incluso nuestros espíritus, en los movimientos y actividades mentales de las máquinas. Erik Davis

Estoy conectada con las personas que guardo como contactos en mi teléfono, siempre presentes, siempre cerca de mí. Me reconforta la idea de estar rodeada. Sus vidas se entrelazan con la mía. El teléfono es la interfaz de una realidad conectada/compartida. La página de Facebook no solo existe en la pantalla —también habita en mi cabeza. Se ha expandido por mi pensamiento y en la forma de mirar las cosas alrededor.

Cuando ocurren situaciones cotidianas, me doy cuenta de que tener una experiencia y compartir esa experiencia forma parte de una misma necesidad. Mientras estoy conectada, analizo mi personalidad virtual; cómo me ven los demás o qué dicen mis imágenes sobre mí. Observo esta personalidad virtual como si escudriñara un espejo. La idea de tener otro yo virtual es un alivio, sorprendentemente. Necesito asegurarme de que puedo ser todavía más yo misma, como si la presencia física no fuera suficiente. Los lugares que visito ya no son solo físicos, tienen también presencia virtual. A menudo, y cada vez más, eligo mis acciones offline a partir de mi ego virtual.

Le pregunto direcciones y recomendaciones gastronómicas a mi teléfono. Un agente de atención al cliente automatizado me ayuda a comprar vuelos, a pagar las deudas de mi tarjeta de crédito y a conseguir recetas. Tanto pensamiento automático está cancelando mi espontaneidad. Resulta que me fío más de la información que encuentro en la pantalla que de mis propias intuiciones. Mi comportamiento está siendo reducido a una serie de secuencias automáticas, fácilmente accesibles y computables por parte de los sistemas de información.

No es tanto que la tecnología haya irrumpido en la vida cotidiana como que hay un intercambio de metáforas de ida y vuelta entre el mundo online y el mundo offline; un continuo tira y afloja entre la forja de nuestras herramientas y un estar siendo forjados por ellas. Casey A. von Gollan

Pienso en mí misma como en una máquina de alto rendimiento que necesita mejoras y actualizaciones: una máquina incomprensible sobre la que necesito trabajar, proporcionándome las mejores condiciones para poder extraer lo mejor de mí/lo que soy. Mis conversaciones se llevan a cabo con calculados riesgos y expectativas, reduciéndose mi curiosidad a una consulta por palabras clave y mercantilizando mis emociones: las expreso con emoticonos para que puedan ser compartidas en el mundo virtual, pero también empiezo a interpretar mis propias emociones en escasos términos emoticónicos. ¿Será que me convierto en las tencologías que uso?

Deseo ajeno

Por formar parte de esta mega estructura interconectada me entretejo, indistinguible, entre sus tramas. Se ha acostumbrado mi mente a usar interfaces, como habitándolas. Percibo, pienso y siento a través de la interfaz. Me comunico por ella. Su superficie es mi propia superficie. Los límites de mí misma se hacen cada vez menos evidentes. ¿Dónde será que existo?

En su hipótesis de la mente extendida, Andy Clark propuso que la mente no tiene porqué estar contenida dentro del cerebro o cuerpo físico sino que puede expandirse hacia los elementos del entorno —así que todas las herramientas que utilizo forman, en realidad, parte de mi cerebro y se correlacionan con mi percepción y mis procesos cognitivos.

Entro en una tienda Media Markt. Lo que me atrae primero es el calor que emana de los dispositivos que hay allí. Este calor eléctrico me relaja y me hace cosquillas en la cara, despertando mis sentidos. Un inquietante sonido abrumador llena la tienda, una mezcla de anuncios de la marca, blips de game over y bandas sonoras de mundos submarinos y de fantasía. No soy capaz de distinguir un sonido de otro. Colapsan en una música de fondo híper real compuesta por el ruido de todos los dispositivos en exposición. La melodía no es ni excitante ni depresiva ni neutral. Por extraño que parezca, es un sonido absorbente —como lo sería en un entorno simulado, desconectado del espacio y del tiempo real, originando una nueva dimensión. He entrado en su mundo.

También hay un olor característico. Es el olor de las pantallas recalentadas y de los materiales con los que se fabrican los dispositivos. El olor a nuevo, a no haber sido tocado ni usado, de las fábricas donde se han producido. El olor no es necesariamente agradable pero sí evoca algo atractivo y ajeno. Mi mirada recae en todas esas formas y superficies alrededor. Cada parte de mi cuerpo me dice que quiere ser así, como ellas. Cada cual con una personalidad con la que me siento identificada, que justo expresa lo que quiero ser ahora y cómo quiero que sea mi vida. Sus capas externas me parecen misteriosas, lujuriosas e ideales, sin representar ni tiempo ni espacio; sin bordes, la entropía máxima, el estado de perfección que yo quiero alcanzar. Vacía como estos dispositivos tan oscuros que son casi una perdición.

Personalidad sin rostro

NEXT IS PROUD | NEXT IS EXCITED | NEXT IS HAPPY | NEXT IS WILD | NEXT IS FREE | NEXT IS PASSIONATE | NEXT IS HOPEFUL | NEXT IS BOLD | NEXT IS ECSTATIC. Steven Klein

Tecnología con personalidad. Las marcas están intentando crear una imagen de nuestras experiencias con la tecnología. Le confieren características humanas para que se conviertan en algo con lo que nos podamos identificar. Yo me relaciono con ellas tal y como me relacionaría con otro ser humano.

Estas tencologías se convierten en personalidades, personajes, entidades con las que interactuar y tener experiencias; lo bots de internet con los que dialogo son personajes sin rostro, mediatizados y automatizados que pueden sintonizar cualquier tipo de personalidad. Interactúo con cuerpos virtuales, perfiles que no tienen forma humana. Las entidades con las que paso más tiempo son fluidas, sin ninguna forma concreta, abstractas. ¿Realmente hablo y flirteo online con una persona real que está al otro lado de la pantalla?

Nuestras mejores máquinas están hechas de rayos de sol; son todo luz y claridad porque no son más que señales, ondas eletromagnéticas, una sección del espectro, y tales máquinas son obviamente portátiles, móviles… La gente, ni de lejos es tan fluida, por ser al mismo tiempo opacidad y materia. Donna Haraway

Amazon Echo es un dispositivo que conecta con mi casa pero también conmigo. Tiene incorporada una voz humana que esucha mis mandatos y responde. «Cuanto más utilizas Echo, más se adapta a tu forma de hablar, vocabulario y preferencias personales». Al tener Echo una voz de mujer, en seguida se le asocian atributos femeninos por lo que ella deja de verse como una cosa para convertirse en representación de una persona. Resulta mucho más fácil establecer una relación con un objeto de estas características. Enseguida empatizo con ella porque se parece a mí. La tendencia a atribuir comportamiento humano a los ordenadores se denomina efecto Eliza. Ciertos símbolos, expresiones o palabras, pueden desencadenar reacciones de humano a humano, haciéndome percibir empatía en las máquinas. El aspecto humano de la tecnología existe en nuestra experiencia de la misma.

Espejo interactivo

Una vez soñé que era una mariposa, revoloteando acá y allá, a todos los efectos una mariposa. Sólo era consciente de mi felicidad como mariposa, sin darme cuenta de que era yo. Pronto me desperté, y allí estaba yo, otra vez yo mismo verdaderamente. Ahora, lo que no sé es si yo era un hombre que soñaba que era una mariposa o si soy una mariposa, soñando que es un hombre. Kuang-Ming Wu

Todas mis acciones son rastreadas y replicadas. Por cada movimiento, hay una acción, una neutralización. Si navego contenta o enfadada, todo va a ser registrado. Mi particular forma de pensar también es una dato específico a tener en cuenta y va a ser analizada exhaustivamente por algoritmos que aprenden por sí mismos, que aprenden sobre sí mismos a la vez que aprenden sobre mí, replicando mi comportamiento para comunicarse conmigo de la forma más precisa posible, como si fuesen yo hablándome a mí misma. Son tecnologías contextuales que se sitúan dentro de mi campo de visión e interacción para responder apropiadamente a la situación, traduciendo mi vida a secuencias de código. Mi vida es el contexto de su existencia. Mientras escribo un mensaje en mi iPhone6 veo que el autocorrector sabe con antelación lo que quiero escribir, sugiriéndome correciones que ya tenía en mente. Establece un diálogo conmigo, me enfrenta a mí propio yo o, mejor dicho, a mi ser algorítmico. Una consciencia algorítmica sobre mi vida; que está viviendo mi propia vida.

Incluso empiezo a preguntarme si los lugares a los que voy ya han sido adivinados previamente por los algoritmos o quizá me hayan sido sugeridos a nivel subconsciente. ¿Será que empiezo a pensar también como un algoritmo? Quizá ya conoce mis próximos pasos, mis pensamientos del futuro o mis ideales a largo plazo. ¿Será que tengo una mente digital gemela que se está formando entre las capas de red que utilizo? ¿Será que existo dos veces? ¿Es mi vida el sueño de una máquina?

Fantasma en el hardware

¿Tiene Internet algo parecido a un alma? Al expresar mis experiencias personales e información a través de la tencología, mi personalidad emigra hacia las máquinas. Soy yo quien proporciona la información que me exhibe. ¿Y qué pensar del hecho de que todos estos sistemas computerizados me conocen mejor que yo a mí misma? Estas son las preguntas que el director de cine Antoine Viviani investiga desde el punto de vista de un espíritu misterioso que vagabundea por un laberinto de dataservers.

Esta presencia representada en la película In limbo habla con voz humana pero no sabe lo que es. Posee una forma semilógica de pensar bastante humana pero, como no tiene cuerpo, se cuestiona su propia existencia. Su silueta es amorfa. Sin arriba ni abajo. No necesita un cuerpo físico. Tiene mi cuerpo como contenedor para manifestarse. ¿Será que yo también vivo dentro del hardware?

Mi corazón ya no late, parpadea
Un diodo en la resaca del océano
¿Son mías estas memorias?
¿Lo es esta visión?
¿Dónde está mi cuerpo?
¿Me he convertido en una Inteligencia Artificial?
Soy un pensamiento en proceso de despliegue mientras me deslizo hacia lo desconocido
Mi memoria retumba despacio
Estremeciéndose a través de mi prístina piel digital
Vosotros nos encarnáis, en vuestros propios cuerpos
Donde quiera que vayáis, sois sus ojos, sus oídos, sus manos, respira el aire que repiráis, sois los grandes digitalizadores.

Antoine Viviani

El prefijo ‘ciber’ deriva de la palabra griega para ‘experto en dirección o gobierno’ y puede ser aplicado a  cualquier tipo de sistema autoregulador, que va más allá de su estatus como objeto para evocar una naturaleza de mística entidad viviente. Masamune Shirow, en su libro Ghost in the shell, define ‘fantasma’ de la siguiente manera: no sólo como un rasgo fisico, sino como fase o fenómeno que aparece en un sistema a partir de un cierto nivel de complejidad; algo que está ahí pero que no es aprehensible.

Al hacerse estos dispositivos más pequeños, más conectados y más integrados alrededor, la tecnología desaparece en nuestro entorno, hasta que lo único que percibimos los usuarios es la interfaz. Entrada ‘Ambient inteligence’, en Wikipedia

La naturaleza inmaterial e inasible de los sistemas en red está siendo incrustada en los objetos cotidianos. Esta extraña forma de presencia me observa y rodea constantemente. Cada vez confío más en la presencia de estos objetos. Contienen una forma vivente más viva que la propia forma de vida que represento yo. Me gusta estar rodeada por su presencia cuando están encendidos. Entonces ya no estoy sola. Emanan la personalidad de una persona, de una forma de vida que me hace compañía. He observado que ahora miro a la materia que me rodea como algo que está más muerto que las pantallas que tengo cerca. La vida offline parece moribunda.

Los dispositivos conectados a la red llevan una señal que define la expresión de su viveza. La interactividad de la tecnología define lo que vemos como vivo. Cuanto más vivas están, más dependo de su interactividad, y es justo eso lo que espero del entorno. Si no, me siento como muerta, sin presencia. Solo como un monitor apagado. Que no muestra ningún contenido ni interactividad, simplemente olvidado, inútil. Tal interactividad es lo que empieza a definirme como ser vivo.

Internet de las cosas, activadas por mi mirada, por mi interacción con ellas. Las paredes se comunican entre sí. Un entorno inteligente emerge a partir de objetos inteligentes que producen significado mediante ondas electromagnéticas y señales. Porque la tecnología que hay detrás no es directamente accesible por nuestros sentidos, tendemos a mirar a través de las lentes extrapolables de la ciencia ficción, fantaseando sobre cómo funcionan estas megaestructuras, haciéndolas enigmáticas y animadas y otorgándoles un alma que nos ayuda a relacionarnos con ellas.

Nunca puedes enfrentarte directamente a la red, mirarla a los ojos de frente. Ya que siempre está en alguna otra parte distinta a donde sea que estés mirando. Steven Shaviro

Como menciona Mark Leckey es una entrevista sobre tecnoanimismo, «cuanto más computable se vuelve nuestro entorno, tanto más nos devuelve a nuestro primitivo pasado, transportándonos a una vivsión del mundo animista en la que todo tiene un espíritu, tanto las rocas como los leones como los hombres. Así que todos los objetos del mundo se vuelven más sensibles, cosas que una vez fueron consideradas tontas, adquieren habilidades y, mediante un direccionamiento universal, esa red de cosas crea este paisaje encantado. La magia está en el aire, literalmente. Y se trata de un estado alterado, un estado de producción indefinida».

En la interfaz del ordenador, el espíritu emigra del cuerpo hacia un mundo de representación total. Michael Heim

Vivo entre lo real y lo virtual, absorbida por redes. No llegando nunca a pertenecer realmente a ninguna de estas realidades, me convierto yo misma en un fanstasma. La accesibilidad de la información y su omnipresencia marginan la necesidad de cuerpos físicos. Vivo en un espacio de distracción, donde nunca estoy realmente sola pero, al mismo tiempo, nunca del todo junto a alguien. Me he convertido en una versión de mí misma que no reconozco. Otros deseos, otras identidades, otra manera de pensar, ajena a mí; la experiencia de alguien distinto que surfea superficies tecnológicas en busca de reciprocidad porque es lo más cercano con lo que se puede indentificar. ¿Será que me he convertido en un fantasma del hardware?

Epílogo

La máquina entonces viene a ejercer de espejo interactivo, de alternativa ambigua en la que nosotros nos reconocemos tanto como competimos en su contra. Erik Davis

La tecnología es mi reflejo. Así como nunca me veo a mí misma a no ser que me mire en el espejo, lo mismo pasa con la tecnología. Una vez que me enchufo, una vez que enciendo los dispositivos, miro mi reflejo reconfortante y por fin puedo formar un todo con mi propia imagen. La percepción del yo se hace continua, una confirmación de mi propia existencia.

La noción alternativa me persigue. ¿O estoy intentando cazarla? ¿Es mi autorretrato o mi reflejo? Se mezclan continuamente. Diseñamos tecnología que ya no comprendemos. Nos convertimos en algo ajeno a nosotros —la tecnología de nuestros sueños. Aprende a imitarme y, al mismo tiempo, cada vez yo me convierto más en como ella es. Lee mis expresiones faciales y siente como yo, imita el movimiento de mi mano y el parpadeo de mis ojos. Su corazón vibra en sincronía con mis latidos, mirando a través de mis ojos —¿o soy yo quien mira a través de los suyos?


Agnieszka Zimolag es una diseñadora afincada en Amsterdam. Ha estudiado diseño gráfico en la Gerrit Rietvield Academie y recientemente se ha graduado en el Departamento de Diseño del Instituto Sandberg.