Salida por la tienda de regalos
Por Lola Long
A la salida de la London Frieze Art Fair 2011, era posible adquirir, en el stand situado estratégicamente a la salida, un dvd, titulado, tácticamente, Exit through the gift shop, firmado Banksy.
20/11/2011
Fuente:
Exit through the gift shopBanksy2011
Es decir, que el espectador de esa feria de las vanidades del arte podía comprar en la gift shop un artículo que se titula exit through the gift shop –del mundo del arte. Después tardaría en animarse a ver el dichoso dvd, por no estropear un acto tan áureo y metamatemático.
El mundo del arte de las vanidades
La película trata sobre un tipo que está rodando un documental sobre el mundo underground del arte graffiti, con el deseo especial de incluir a Banksy en el mismo, lo cual consigue, pero, en el nudo, se hace evidente que, en realidad, es un documental sobre el tipo que está rodando un documental, o sea, un metadocumental, y sobre la creatividad, el proceso artístico, la fama, el mundo del arte de las vanidades y Banksy, quien, a su vez, dirige el documental, lo cual lo convierte en otra de sus impactantes obras.
Una joya. En mi opinión, de la misma manera que existen días internacionales de todo tipo, se podría declarar el Día Internacional de los Resortes del Arte Contemporáneo, uno que no coincidiera con bienal, festival, gran inauguración, feria o similar —lo cual es bastante difícil, sí, pero se podría intentar— y, en ese día, cual performance cuyo propósito fuera la redención, la humildad y el sentido del humor, se proyectaría, en las prístinas paredes de cada museo, galería, centro de arte, stand, estudio o espacio, el documental Exit through the gift shop.
A propósito del sistema del arte
Muchos de esos artistas desorientados, incluso desamparados, podrían comprender finalmente de qué va el asunto del mundo del arte en cuanto a reconocimiento, fama, éxtasis y precios y, también, todavía más importante, en cuanto al proceso creativo del artista, los compromisos que exige el arte y por qué un óleo cualquiera (como arquetipo de obra) pertenece a las artes aplicadas ornamentales y decorativas por nostalgia de un temp perdu, pero ya no al arte. Ser artista es un posicionamiento radical, obsesivo y alejado de cualquier práctica de sentido común y cordura. Ser artista lo decide el artista y lo decide el juicio del tiempo ganado; el tiempo sincrónico en cuanto a representación del zeitgeist de una época, y el tiempo diacrónico, en cuanto a permanencia en un archivo cultural (Boris Groys, 2005:31).
Para el sistema del arte se trataría de un estratégico juego de espejos. En esos cubos blancos donde se cuelgan veredictos sobre lo que es o no es ‘arte’, se estaría proyectando una ‘obra de arte’ que es ‘meta/arte’. Desde el siglo XIX, y hasta mediados del siglo XX, coexistieron dos formas de entender el arte: la tradicionalista, basada en la academia y, por tanto, en las servidumbres del poder, y la esencialista, basada en ‘el arte por el arte’. A principios del siglo XX, Duchamp inauguró el arte conceptual, radical, contradictorio y no institucional, entre otros asuntos, perspectiva que se ha infiltrado en toda práctica del arte, especialmente a partir de los años 60, y hasta el día de hoy. Los cimientos de las instituciones del arte quedaron tan socavados que se emprendió una huida hacia delante (y hacia atrás), dejando el poder judicial en manos del mercado y el legislativo en manos de la burocracia y la política. En ambos, la importancia del arte sólo se mide en repercusión mediática y populista; es así de fácil (o de difícil). El arte como historia parece una caótica casa de… subastas; sin embargo, el arte como ‘salida’ sigue siendo bohemio, controvertido y… noctámbulo.
Por cierto, el lugar más peligroso de todos los que visitan los artistas insurrectos —y eso que cruzan vías de tren, trepan a los tejados, son dispersados por la policía y frecuentan descampados con inseguridad ‘código naranja’— resulta ser aquél que es el epítome del arte entretenido y aplicado: ¡Disneylandia!