20/3/2011
Islandia, lejana y sola
tintank
Islandia es un país pequeño; está formado por unas cuantas islas y en él vive poca gente. Se rumorea que Islandia es también una isla en el océano de la desinformación y de la estafa, en las aguas turbulentas de la supuesta crisis, ¡qué romántico!
La crisis se presupone, obviamente, pero está claro que es una ficción, en el sentido de construcción de la realidad, al igual que lo era la prosperidad previa, cuando nos podíamos comprar chucherías a palas. La crisis económica consiste en lo siguiente: una serie de empresas privadas (algunas fueron primero estatales) cuyos ingentes beneficios dependen, en muchas ocasiones, de fisuras sistémicas, si no directamente de corrupción pública (corrupción=robo) y cuyos ingresos son sólo para sí mismas, meten la pata (por decirlo con suavidad) por su cuenta y riesgo, y las pérdidas las pagamos los pazguatos, o sea, los contribuyentes. Recordemos que ser contribuyente no es una opción; y que ser ciudadano es ficcional, como lo es el bucle financiero.
Cerca de Twitter
Estábamos en Islandia… A día de hoy, las lejanías y las soledades son simplemente mediáticas. Por ejemplo, conocemos el desayuno y la manta de plomo de los leales samuráis de Fukushima. Nos han contado que un piloto americano de los que están encargados de preservar el espacio de exclusión aérea ése, en Libia, tuvo un accidente con su avión (o fue derribado, o lo que sea) y que, al ser rescatado por un grupo de rebeldes, espontáneos y misericordiosos, ellos le tranquilizaron diciendo: «no tengas miedo». Abrimos la ventana del coraje y percibimos la brisa abrasadora de un absurdo desierto que rodea un oasis de materias primas. También sabemos que algunos manifestantes de los que agitan ese mundo medieval regado de petróleo utilizan Twitter. Y eso nos hace sentirnos identificados. Curiosamente, en Twitter sí que circulan, fugaces, noticias sobre Islandia, lejana y sola.
País de pescadores
En Wikipedia está escrito: Islandia se independizó totalmente de Dinamarca en 1944 y se convirtió en una república constituida como democracia representativa, basada en la libre economía de mercado y en un estado de bienestar que asegura asistencia sanitaria universal y educación superior gratuita. Qué bonito. Hasta finales del siglo XX, su economía estuvo principalmente basada en la industria pesquera, actividad que todavía supone un 40% de las exportaciones (en los años 60 era el 90%) pero, en el siglo XXI, se ha ido diversificando hacia la industria contemporánea y el sector servicios, incluyendo la producción de software, biotecnología y sofisticados servicios financieros. En el año 2007, fue clasificada en el informe del Índice de Desarrollo Humano de la ONU, en el puesto número 1 del mundo. Una nación ¡feliz!
No al pago de la deuda
Sin embargo, al año siguiente, en el 2008, el sistema bancario islandés colapsó. Los 3 bancos más grandes del país sumaban una deuda conjunta que multiplicaba por seis el PIB del país; parece ser que, entre todos los bancos, lo multiplicaban ¡por once! [Estas cifras no son exactas; las cifras económicas nunca lo son, curiosamente, no parecen estar basadas en las matemáticas…] El crecimiento del sector financiero había sido tal, que estos 3 bancos eran las empresas más grandes del país y sus pomposas sedes ocupaban los edificios más chulos de Reykjavik. Pero, en vez de inyectarles miles de millones, el gobierno prefirió que suspendieran pagos y se procedió a su nacionalización. El FMI tuvo que intervenir e inyectar dinero, insuficiente, y la corona islandesa se devaluó hasta un 58% [cifra inexacta, cada fuente tiene su propia cantidad…] La Bolsa suspendió su actividad porque el país estaba en quiebra. A principios de 2009, las furibundas protestas de los ciudadanos, pancarta y cacerola en mano, provocan la dimisión del gobierno, responsabilizándolo de la crisis, y se convocan elecciones anticipadas. Se formó entonces un nuevo gobierno que destituyó fulminantemente al gobernador del Banco Central y a otros presidentes de bancos en quiebra. Por ley, se estableció la devolución de la deuda contraída por los bancos privados islandeses con ahorradores del Reino Unido, Alemania y Países Bajos, suma que pagarían todas las familias islandesas mensualmente durante los próximos 15 años. Já. La gente se volvió a echar a la calle y exigió someter la ley a un referéndum: el ‘NO al pago de la deuda’ arrasó con el 93% de los votos.
En 2010, establecieron una asamblea constituyente de 25 ciudadanos de a pie [me encanta esta expresión, en realidad significa pazguato] para reformar la Constitución, todavía una copia de la danesa; se eligieron 25 ciudadanos sin filiación política, de los 522 que se habían presentado a las candidaturas, para lo cual sólo era necesario ser mayor de edad y tener el apoyo de 30 elfos, [perdón, personas humanas con pasaporte islandés…] La idea es que las leyes no volvierann a amparar a ladrones de guante blanco y sus secuaces. Mientras, el gobierno había iniciado una investigación para exigir responsabilidades jurídicas por la crisis. La Interpol dictó una orden de busca y captura, y todos los banqueros implicados, abandonaron el país y algunos fueron detenidos. ¡Bieeeeen!
Las hadas no existen
En un blog [al que hemos llegado desde un enlace en Twitter] se dice que la breve historia de la revolución islandesa se enumera así: dimisión en bloque del gobierno por las exigencias de los ciudadanos, nacionalización de una banca incompetente, referéndum para que el pueblo decida sobre las decisiones económicas trascendentales, los responsables de la crisis, ¡a la cárcel! y reescritura de la constitución por los ciudadanos… Érase que se era…
Oh, oh, oh: las hadas no existen…
Había una vez un periódico de referencia en español, el diario independiente de la mañana, que el día 3 de abril del año 2011 le dedicó un reportaje, una entrevista y un editorial de opinión al issue islandés que nos ocupa. [Una primicia informativa, vamos; una toma arriesgada e inequívoca de posición. Porque más vale tarde que nunca, ahora que parece que no se ha hundido el suelo bajo los pies de ese paraíso sobrenatural y la corrección política mediante se lo permite]
Pero, ¡halt!: lo que nos dice a 5 columnas, en tipografía gigabold, es que las hadas no existen. ¡Qué desilusión! [¡Cenizos!]
Parece ser que los bancos «eran tan grandes que no habría sido posible rescatarlos». Esto lo dice el presidente del país, un tal Ólafur Ragnar Grímsson, quien ha recibido al periodista en su biblioteca personal, forrada de libros de poesía. Resulta que es el mismo presidente de antes, durante y después, de la crisis. O sea, que no había opción [que las hadas no existen…] y, cuando no hay opciones, las decisiones no pueden ser libres ni románticas ni mitológicas. Dice que «no importa si había o no había opción: Islandia no acepta la idea de que la gente de la calle [expresión que también significa pazguatos] tenga que pagar toda la factura por las locuras de los bancos, como ha ocurrido con esas nacionalizaciones por la puerta de atrás en otros lugares». El diario independiente desvela que los nacionalizados bancos islandeses han recibido, en realidad, una inyección de dinero equivalente a 1/4 parte del PIB para que la banca no dejara de funcionar; y parece ser que ahora vuelven las reprivatizaciones. La deuda pública está por encima del 100% del PIB y, para controlar el déficit, se han subido los impuestos y se ha recortado el gasto público, como en el resto de países europeos.*
Una mesa de black jack
Al parecer, todo el mundo había perdido la cabeza, incluso los pazguatos ésos. Una surtida barra libre de crédito infló desmesuradamente su ambición y su codicia (coches, casas, money, money, inversiones en la calle Regent de Londres, ya tú sabes). La falta de regulación y unos tipos de interés en torno ¡al 15%! [sonaban cantos de sirenas], atraían los ahorros de dentistas austriacos, jubilados alemanes y comerciantes holandeses -luego se les dijo que no iban a cobrar todo lo que se les debía… El saqueo de Islandia fue perpetrado, principalmente, por sólo una veintena de listos de la isla [que no camarones]: una decena de banqueros más unos cuantos empresarios y políticos, llevaron el país a la ruina (10 parlamentarios, incluidos los dos líderes del partido que ha gobernado casi ininterrumpidamente desde 1944, tenían concedidos préstamos personales por un valor de casi 10 millones de euros cada uno). Me gusta esta frase de Claudi Pérez:
Una economía sana, asentada sobre sólidas bases, se convirtió en una mesa de black jack.
No ganamos para orfidales ni tranquimazines. Justo nos estábamos recuperando de que Cenicienta Obama nos ha salido rana [rima, ooops], de que los países ricos tampoco están preparados para tsunamis, de que el amor por la libertad del prójimo huele a gasolina y van y nos cuentan el making off de nuestro último cuento de hadas. Qué fácil es alentar la apatía, el desánimo y la falta de perspectiva; sólo hay que publicar un sutil ‘colorín colorado, este cuento se ha acabado’.
*Mal de muchos, consuelo de tontos.
tintank es una plataforma de información en contexto.