10/12/2010
Publicado primero en mute, ‘Leaks, Whistle-Blowers and the Networked News Ecology’, el 4 de noviembre de 2010
Traducción:tintank
Filtraciones, soplos y la ecología de noticias en red
Por Felix Stalder
WikiLeaks es una de las historias que definen Internet, y eso significa, a estas alturas, que es una de las historias que definen nuestra época. Al menos cuatro de las tendencias que impregnan nuestras sociedades en su conjunto, a gran escala, se funden aquí en una mezcla explosiva, cuya desactivación no está nada clara. La primera es un cambio en la materialidad de la comunicación. La comunicación se expande, queda sistemáticamente registrada, y los registros se vuelven más móviles. La segunda es una crisis de las instituciones, en particular en las democracias occidentales, donde la retórica moralista y la rudeza de la práctica diaria divergen cada vez más, justo en el momento en que alientan a su personal a que piense por sí mismo. La tercera trata del advenimiento de nuevos actores, los individuos ‘súper-apoderados’, capaces de intervenir en los acontecimientos históricos a nivel sistémico. La cuarta, por último, es la transformación estructural de la esfera pública (a través de la consolidación de los medios de comunicación por un lado, y la explosión de editoriales no institucionales, por otro) en un grado que rivaliza con aquél descrito por Habermas a propósito del auge de los medios de comunicación a principios del siglo XX.
Filtraciones en los contenedores
Imagínese arrojar cerca de 400.000 documentos en papel a un escondrijo ubicado discretamente en el arcén de una carretera. Imposible. Ahora imagínese los mismos documentos como registros digitales en una memoria USB, o como descarga desde cualquier ordenador en red. Y ya no supone un problema… Sin embargo, las diferencias materiales entre el papel y los registros digitales van más allá de la simple masa. Los registros digitales son los impulsos que viajan a través del sistema nervioso de organizaciones dinámicas de todos los tamaños y localizaciones. Desde el principio, están destinados a circular con facilidad. De lo contrario, tales organizaciones se vendrían abajo y el dinamismo se detendría. Cuanto más flexibles y deslocalizadas son las organizaciones, más registros necesitan para producir y más rápido deben circular éstos. Debido a su modo deslocalizado, y a la presión por la cooperación cruzada, cada vez es más difícil mantener los registros dentro de organizaciones concretas, cuyos límites se están difuminando de todas formas. Investigadores de los sistemas de vigilancia, como David Lyon, llevan escribiendo mucho tiempo sobre filtraciones en los ‘contenedores’, es decir, sobre la tendencia de los registros digitales sensibles a cruzar los límites de las instituciones que los producen. Estas filtraciones vienen impulsadas a menudo por motivos comerciales (datos privados en venta), pero ocurren también por incompetencia (sistemas con seguridad insuficiente), o porque miembros con información privilegiada violan deliberadamente las políticas de la organización con fines propios. O bien son soplones movidos por su conciencia, como en el caso de WikiLeaks, o bien individuos que venden información para obtener beneficios personales, como en el caso de los numerosos empleados de bancos suizos que recientemente copiaron datos de cuentas privadas y se los vendieron a las autoridades fiscales de toda Europa. En ciertas organizaciones, como la banca o los militares, prácticamente todo está clasificado y una gran cantidad de personas tienen acceso a estos datos; al menos a partir de los niveles intermedios, el personal maneja los flujos de datos en bruto, tales como los registros sobre individuos producidos todos los días según el procedimiento.
Este procesamiento básico de datos debe ser eficiente, es decir, el acceso e intercambio de datos tiene que ser posible. No puede ser restringido por una excesiva burocracia, por requisitos de seguridad especialmente severos o una compartimentación demasiado estricta de los datos en grupos distintos que no se puedan conectar. Después de todo, esa incapacidad para conectar datos ubicados en diferentes dominios burocráticos fue una de las principales críticas en las consultas por los ataques del 11S. Hay una paradoja inherente. Enormes cantidades de registros clasificados necesitan fluir libremente con el fin de mantener operaciones complejas, distribuidas e inestables en el tiempo. Sin embargo, dado que la información está clasificada, es necesario que fluya dentro de estrictos límites que no pueden ser claramente definidos a nivel general (después de todo, nunca se sabe qué tiene que conectarse con qué de antemano), y necesita pasar por muchas, muchas manos. Esto crea las precondiciones técnico-organizativas para la filtración de cantidades masivas de información.
WikiLeaks, en el otro lado de la ecuación, ha creado una infraestructura a medida para recibir este torrente de registros. Más de una década después de los embriagadores debates de los ‘cypherpunks’, que soñaban con el anonimato total mediante la encriptación total, WikiLeaks logró crear, por primera vez, una infraestructura eficaz para la comunicación anónima. En lugar de confiar exclusivamente en la tecnología, introdujeron en el sistema inteligencia social (filtrado, control editorial) con el objetivo de fomentar un solo tipo de expresión anónima —la denuncia de irregularidades—, mientras se blindaban contra los usos habituales y críticos de la comunicación anónima (tráfico de pornografía infantil y similares). Sin embargo, las transformaciones en la materialidad de los registros y las nuevas infraestructuras sólo crean posibilidades, y no pueden explicar por sí mismas por qué ciertos contenedores tienen de hecho tantas fugas y otros no.
Instituciones a la deriva
¿Es una coincidencia que, hasta ahora, la gran mayoría del material de WikiLeaks se haya originado dentro de instituciones en los sistemas democráticos? Pienso que no. En su retórica, la política occidental se está volviendo cada vez más moralizante. Tony Blair fue un maestro indiscutible en esta disciplina. Podía hablar con pasión de “guerras humanitarias,” que pretendían promover los derechos humanos. Afganistán iba a prosperar bajo la cálida atención de las fuerzas aliadas, después de décadas de abandono y guerra civil. Esta vez, la invasión iba a desarrollar el país, reconstruir las infraestructuras, liberar a las mujeres, dar esperanza a los niños y lo que hiciera falta. La guerra de Irak – una vez que las armas de destrucción masiva resultaron ser imaginarias – consistía en liberar al pueblo iraquí del despotismo, de llevar la democracia a Oriente Medio y del alumbramiento de una nueva era de paz, de imperio de la ley y de oportunidades comerciales. En definitiva, se trataba de guerras justas, guerras que queríamos lidiar; los soldados de estas guerras podían estar orgullosos de combatir. Hasta cierto punto, siempre hay una brecha entre la retórica política y la práctica, sobre todo en tiempos de guerra. Sin embargo, ahora se da una diferencia cualitativa. Los sistemas políticos occidentales parecen haber perdido su capacidad para construir narrativas históricas generales que justifiquen y doten de significado a sus acciones y le den sentido al horror que forma parte de cualquier guerra. Desde el final de la Guerra Fría, ya no puede decirse que la política lleve adelante un proyecto histórico, creando un vacío que ha venido a ser empapelado con instrucción moral hueca.
Sin embargo, si una moral superficial es todo lo que queda, entonces el encuentro con las brutales operaciones cotidianas del campo de batalla es corrosivo y no tiene mediación. La justificación moral para ir a la guerra se disuelve rápidamente en la experiencia real de la guerra y lo que queda es un mecanismo cínico fuera de control. Ya no puede generar ningún tipo de identificación permanente y positiva de sus protagonistas. De alguna manera, la misma falta de identificación puede ser encontrada dentro de las corporaciones, como se evidencia en las filtraciones desde la banca suiza. Dentro de la ideología neoliberal dominante, a los empleados se les dice una y otra vez que no esperen nada de su empresa, que su trabajo está continuamente en peligro y que si no se realiza de acuerdo a los objetivos previstos, pueden ser sustituidos en cualquier momento. No hay más relato que el próximo trimestre y una inseguridad generalizada.
Este vacío de las instituciones se produce en un contexto de transformación general del trabajo, fuera de las estrictas jerarquías y de la ejecución incondicional de mandatos, hacia un estilo más involucrado de trabajo cognitivo. Así, se le dice a la gente que se comprometa más con su trabajo, que sea más creativa, autosuficiente, más emprendedora. Cumplir órdenes, simplemente, sin involucrar la creatividad y personalidad propias, ya no es suficiente. Por lo tanto, hay una segunda contradicción interna. Se le pide a la gente que se identifique personalmente con organizaciones que ni pueden llevar a cabo proyectos históricos dignos de grandes sacrificios ni considerar a sus empleados como algo más que recursos sustituibles, a corto plazo. Esto, creo yo, crea la disonancia cognitiva que justifica, quizá incluso exige, que el soplón viole el procedimiento y dañe activamente a la organización en la que él, o ella, ha sido en algún momento un miembro bien alienado (esta es la diferencia con el/la espía). Esta disonancia crea la energía motivadora para pasar de lo posible a lo real.
Súper apoderado
Hay una gran cantidad de infraestructuras –transportes, comunicaciones, financiación de la producción– de disponibilidad pública que, hasta hace poco, sólo eran accesibles para las organizaciones de gran tamaño. Ahora se necesita relativamente poco –un puñado de expertos dedicados– para conectar esas piezas en una poderosa plataforma desde la que actuar. Los estrategas militares han definido a los individuos Súper Apoderados como aquellos que son autónomamente capaces de crear un evento en cadena, […] una ‘perturbación del sistema’, una alteración de las funciones del sistema, y la invalidación de conjuntos de reglas existentes, a nivel nacional como mínimo, pero, más probablemente, a escala mundial. Los requisitos clave para convertirse en Súper Apoderado son la comprensión del funcionamiento y conectividad de un sistema complejo, el acceso a los centros críticos de la red, la posesión de una fuerza que se pueda aprovechar en contra de la estructura del sistema y la voluntad de utilizarla.1
Este concepto presenta una serie de debilidades, ya que hasta ahora ha sido aplicado exclusivamente al terrorismo y tiende a reducir las dinámicas estructurales a meras acciones individuales. Sin embargo, puede ser útil, en la medida en que pone de relieve cómo los sistemas complejos en red, que en general pueden ser relativamente estables, poseen nudos críticos (‘systempunkt’ en la extraña jerga de los estrategas militares) que, en caso de fallo, pueden causar efectos en cadena a través de todo el sistema.2 También pone de relieve cómo los individuos o, más probablemente, grupos pequeños, pueden afectar a estos sistemas de manera desproporcionada si se las arreglan para interferir en estos nudos críticos. De esta manera, los individuos, con el apoyo de pequeñas organizaciones en red, pueden ahora intervenir en la dinámica social a nivel sistémico, para bien o para mal.
Esta imagen encaja muy bien con WikiLeaks, organizada en torno a un individuo carismático. Lo cual es al mismo tiempo su fuerza y su debilidad. Su fuerza, porque ha sido capaz de desencadenar eventos a gran escala de forma rápida y barata. Si WikiLeaks hubiese requerido varios millones de dólares de inversión inicial, no habría sido capaz de de despegar. Sin embargo, es también su principal debilidad, pues está fuertemente centrada en torno a una sola persona. Muchas de las cuestiones típicas de pequeños grupos organizados por un líder carismático parecen también afectar a WikiLeaks, como el autoritarismo, la falta de procedimiento interno, peligro de desgaste y ataques, tanto internos como externos, sobre la credibilidad de esa persona (si no peor). Tal liderazgo carismático es a menudo inestable y se puede sospechar que todas estas cuestiones (positivas por el súper-apoderamiento, así como negativas debido a las presiones que lo dejan al descubierto) se multiplican a una escala sin precedentes en el caso de WikiLeaks y su líder, Julián Assange. Es difícil imaginar cómo se puede sostener.
1.The Super Empowered IndividualZenpundit28 de octubre de 2006
2.The SystempunktJohn RobbGlobal Guerillas19 de diciembre de 2004
Una nueva esfera pública
La esfera pública, como espacio para el discurso político y como contrapeso al estado, está en declive desde hace mucho tiempo. Si bien no está claro cuándo empezó esta decadencia —Habermas lo sitúa a principios del siglo XX— es bastante obvio que se ha acelerado desde la década de 1980, a raíz de las corrientes de desrregularización y de la consolidación del negocio de los media. Las presiones políticas y económicas han llevado a un aumento en la cantidad de ‘noticias blandas’, historias humanas y comentarios, y a una disminución del periodismo de investigación en curso. Esta es una historia bien conocida. Al mismo tiempo, los gobiernos han aprendido a jugar el juego de ‘acceso’ y ‘filtraciones’. A los periodistas se les suministra hábilmente información privilegiada, lo que les hace cada vez más dependientes del acceso a los centros de poder. Los periodistas ‘incrustados’ al comienzo de la Segunda Guerra del Golfo, fueron el ejemplo más patente de este desarrollo. Es un buen arreglo para ambas partes. Para los medios de comunicación, es mucho más rápido y barato que llevar a cabo sus propias investigaciones, y al gobierno le ayuda en el control de la historia, no sólo por dictar la información (e incluso proporcionar “expertos” para las entrevistas en la televisión), sino también por tener la capacidad de negarle el acceso a periodistas y medios que no se ajusten a su línea. Por último, pero no menos importante, las protecciones legales del periodismo se están debilitando efectivamente, en parte porque los desafíos son lanzados de forma más agresiva, en parte porque los medios comerciales de información ven los reportajes críticos a través de los ojos de sus departamentos legales y de contabilidad, con aversión al riesgo.
Ante la evidente crisis de los medios de comunicación, se habían puesto muchas esperanzas en que Internet —la blogosfera y el periodismo ciudadano— sería capaz de reemplazar a las viejas y obsoletas estructuras. En general, esto no ha sucedido, lo cual no es sorprendente, ya que los nuevos medios nunca sustituyen simplemente a los viejos. Lo que podemos ver, sin embargo, es una transformación lenta y estructural de la esfera pública en la que los viejos medios de comunicación de noticias se complementan con nuevos actores, diseñados para hacer frente a las debilidades de los principales, mientras éstos hacen uso de su capacidad primordial de hacer llegar las historias a grandes cantidades de personas. Con todo, el proceso del periodismo de investigación se reorganiza y, uno sólo puede esperar, se revitaliza.
En la ecología de las noticias, los medios de comunicación tradicionales siguen siendo el canal de distribución más importante para las noticias. Son quienes conocen la mejor manera de empaquetar y entregar noticias con eficacia. El riesgo legal asociado a la publicación de información confidencial, sin embargo, se externaliza, a WikiLeaks en casos extremos, o a blogs y otros operadores que no tienen baza en circunstancias normales. Al mismo tiempo, hay nuevas fuentes para financiar e investigar el periodismo fuera de los principales medios de comunicación. En los EE.UU., Pro-Publica, con el dinero filantrópico de la Knights Fundation, se constituyó a finales de 2007 como “una sala de prensa independiente, sin fines de lucro que produce periodismo de investigación por el interés público“, porque “muchos grupos de noticias han venido a considerarlo, cada vez más, como un lujo.” En abril de 2010, el Bureau of Investigative Journalism se puso en marcha en Londres con un objetivo muy similar; financiado por la Fundación Potter también es una organización sin ánimo de lucro. Ambas unidades se han asociado con los medios tradicionales de noticias, prensa y televisión, para que emitan las historias que investigan. Además, nuevas infraestructuras de colaboración, tales como DocumentCloud, “un índice de los documentos de fuente primaria y una herramienta para anotar, organizar y publicar”, proporcionan la infraestructura para hacer frente a grandes cantidades de material de manera eficiente en las salas de redacción y fuera de las organizaciones. Los diferentes elementos que componen el proceso de presentación de crónicas de investigación —protección de la fuente, el trabajo interminable de reunir y dar sentido a la información, proporcionar las herramientas para manejar el material, y la distribución de la historia entre el público general—, ya no está realizado por una sola organización, sino por un conjunto en red de organizaciones, en su mayoría dedicadas a la correcta realización de sólo una tarea, basadas en diferentes modelos económicos pero que, aun así, siguen trabajando juntos para llevar la historia a la esfera pública. Dentro de esta nueva ecología, WikiLeaks es el actor que asume el mayor riesgo, lo que le deja a los demás una libertad relativa para actuar dentro de un ambiente que, de otra forma, estaría muy limitado.
En cierto modo, esto también cambia el carácter del producto final, de la crónica. Produce un acercamiento entre los informes de noticias tradicionales —en los que el material de origen generalmente se mantiene inédito— y los blogs, donde, por lo general, la fuente original está vinculada. Como WikiLeaks publica el material de todos modos, muchos de los periódicos que convierten sus informes en historias también lo hacen así (en vez de sólo citar una frase o dos). En conjunto, esto hace que las historias sean más transparentes y, francamente, más interesantes de leer. También se puede ya afirmar que las historias escritas con DocumentCloud tienden a ser similares. Si esto significa “un periodismo científico” tal y como Julian Assange pretende —periodismo que publica sus fuentes de información de la misma manera que los científicos publican sus métodos de investigación y sus datos en bruto—, aún está por verse. Pero la combinación de tener acceso a una historia bien editada y a su extensa fuente de material, puede ser muy poderosa.
Desactivación
Es muy difícil valorar la desactivación gradual de WikiLeaks, ya que hay tantas variables en juego. Parece bastante seguro afirmar que la filtración seguirá siendo un método importante en la información política, sea cual sea la suerte de WikiLeaks. Lo que ha cambiado con WikiLeaks es la escala de las filtraciones —tanto en términos de masa como de sensibilidad. En lugar de jugar a la política como de costumbre, WikiLeaks es capaz de interferir desde dentro y establecer su propia agenda. Pero ¿qué puede lograr? Según declaró Assange, su objetivo más modesto es evadir el ‘impuesto secreto’. Como escribió hace algunos años en un ensayo titulado Los efectos no lineales de las filtraciones en los sistemas injustos de gobierno, cuanto más secreta o injusta es una organización, más inducen las filtraciones al miedo y la paranoia de sus líderes y camarilla ejecutiva. Esto debiera resultar en una reducción al mínimo de los mecanismos eficientes de comunicación interna (y en un aumento del ‘impuesto secreto’ cognitivo) y en el consiguiente declive de todo el sistema cognitivo.3
Cuanto más se tiene que proteger una organización contra las filtraciones, mayor será su contradicción interna entre la obligación de compartir información (para operar eficientemente) y el control de la información (para mantener en secreto), el cual se hará tan frecuente que afectará negativamente a su capacidad para llevar a cabo su misión . Es probable que los objetivos de Assange se cumplan en este sentido más reducido, pero no está claro si el ‘impuesto’ será lo suficientemente alto como para limitar el poder de las organizaciones, tipo los militares americanos, o si simplemente lleva a tener que invertir más recursos para hacer lo mismo que se hacía antes.
Más allá de esto, mucho dependerá de cuánto tiempo pueda operar WikiLeaks. Las presiones que pesan sobre ella son enormes y su base institucional parece relativamente débil, a pesar de, o, más probablemente, debido al súper-apoderamiento. Hasta dónde le van a apoyar sus socios mediáticos en la nueva ecología del periodismo, también está lejos de estar claro. El New York Times, por ejemplo, está jugando en ambos sentidos. Está trabajando selectivamente con WikiLeaks, pero atenuando su cobertura.4 Su insistencia en evitar el término “tortura” se ha vuelto tan evidente que incluso el blog apolítico BoingBoing se burló de ello al secuenciar el ‘Generador de eufemismos para la tortura del NYT’. Al mismo tiempo, el NYT está participando activamente en la campaña de desprestigio mundial contra Assange.5 Mientras los medios de comunicación (en EE.UU.) sigan siendo tan dependientes de un acceso privilegiado al poder (para recibir la información filtrada oficialmente), su disposición a comprometerse plenamente con el material publicado por WikiLeaks será limitado. Su compromiso, sin embargo, será fundamental ya que la interpretación y las consecuencias políticas de las filtraciones no dependerán sólo de los hechos.
3.Conspiracies
4.NYT v. the World: WikiLeaks coverageGlenn GreenwaldSalon25 de octubre de 2010
5.WikiLeaks Founder on the Run, Trailed by NotorietyJohn F. Burns y Ravi SomaiyaThe New York Times23 de octubre de 2010
6.WikiLeaks employees should be declared “enemy combatants”Stephen C. WebsterFox News Editorial25 de octubre de 2010
Felix Stalder dirige el Instituto de Nuevas Tecnologías Culturales, en Viena. También es Profesor de Teoría de la Sociedad Mediática en la Universidad de las Artes de Zúrich. Escribe habitualmente artículos en publicaciones internacionales y ha publicado varios libros, el último de ellos titulado Deep Search. The Politics of Search Beyond Google.