4/5/2009

Singularidad: los bordes del mapa

Por James John Bell

No es que el cambio tecnológico esté ocurriendo rápido: está ocurriendo a un ritmo exponencial. Al contrario de lo que nos sugieren el sentido común, la intuición y la perspectiva lineal, en el siglo XXI no vamos a tener 100 años de progreso —será algo más parecido al equivalente a 20.000 años de progreso.


Los resultados del crecimiento tecnológico exponencial en un futuro cercano serán asombrosos: la combinación de entidades biológicas y no biológicas con la biorrobótica, animales y plantas tratados mediante ingeniería para cultivar drogas farmacológicas, vida basada en software, robots inteligentes y máquinas del tamaño de un átomo que se autorreplicarán como la materia viva. Algunos ya están alertando de que podríamos perder el control de esta tecno—cornucopia expansiva y causar la extinción total de la vida, tal y como la conocemos. Otros investigan cómo nos afectará esta bulimia tecnológica permanente. Intentan comprender cómo se verá este nuevo mundo que estamos creando y cómo nos está impactando ya la aceleración de la tecnología.

Qué es la singularidad

Un número creciente de científicos creen que la inteligencia de las máquinas superará a la humana en unas pocas décadas, llevándonos a lo que empieza a ser denominado como Singularidad. El autor e inventor Ray Kurzweil define este fenómeno como «un cambio tecnológico tan rápido y tan profundo que puede crear una ruptura en la estructura misma de la historia humana».

Técnicamente singularidad es un término matemático. Quizá como mejor se describa es con el símil de lo que ocurre con los mapas del mundo en un atlas típico. Todo parece correcto hasta que miramos las regiones cercanas a los polos. En la proyección Mercator estándar, los polos no aparecen como puntos sino como líneas rectas. Cada línea es una singularidad. A lo largo de toda la línea superior se encuentra el punto exacto del Polo Norte, y en la línea inferior todo el Polo Sur. Pero la singularidad del borde del mapa no es nada comparado con la que hay en el centro de un agujero negro. Allí se encuentra la singularidad astrofísica, una grieta en la continuidad del espacio-tiempo donde las leyes de Einstein ya no funcionan.

La Singularidad tecnológica que se aproxima, como la singularidad de los agujeros negros establece un punto de desviación de la realidad. Los exploradores escribieron una vez hic sunt leones en los bordes de los viejos mapas del mundo conocido, y la imagen de la vida a medida que nos acercamos a estos bordes de cambio se nos aparece igual de misteriosa, peligrosa y controvertida.

No hay una definición concisa para Singularidad. Kurzweil y muchos transhumanistas la definen como: «un tiempo futuro en el que el cambio científico, económico y social sea tan rápido que no podemos ni siquiera imaginar qué sucederá desde una perspectiva presente».

Se barajan una serie de fechas para el advenimiento de la Singularidad. «Me sorprendería que ocurriera antes de 2004 o después de 2030», escribe el profesor de ciencia computacional y escritor Vernor Vinge. Una característica distintiva será que la inteligencia de las máquinas habrá excedido o incluso se habrá fusionado con la inteligencia humana. Otra definición dada por los extropians: «denota el momento singular en el que el desarrollo tecnológico estará en su aceleración máxima». Desde una perspectiva medioambiental, la Singularidad puede pensarse como el punto en el que la tecnología y la naturaleza se hagan una. Sea cual sea la perspectiva que uno elija, en semejante coyuntura, el mundo tal y como lo conocemos se extinguirá y se necesitarán nuevas definiciones de vida, naturaleza y humano.

Muchos pioneros de la industria tecnológica han sido conscientes de la posibilidad de la Singularidad desde hace un tiempo. Les preocupa que, si el público comprende sus ramificaciones, pueda cundir el pánico sobre la aceptación de nuevas tecnologías sin testear que nos lleven más cerca de la Singularidad. Hasta el momento, el debate sobre las consecuencias de la misma se ha quedado dentro de las salas de reuniones de los negocios y la tecnología, donde los pliegues están siendo cosidos, evitando una histeria tipo Día del Juicio Final.  En este momento, al público parece importarle muy poco si la Singularidad llega realmente a suceder.

Leyes y paradigmas

Kurzweil explica que hay una serie de ‘leyes’ centrales al funcionamiento de la Singularidad, una de las cuales es la Ley de Moore. El cofundador de Intel, Gordon E.Moore, constató que el número de transistores que podían caber en un único chip de computadora se había doblado cada año, durante seis años, desde el comienzo de los circuitos integrados en 1959. Predijo que la tendencia continuaría, y lo ha hecho –aunque el ritmo de duplicación fue ajustado más tarde a un ciclo de 18 meses.

En la actualidad, los transistores más pequeños en los chips ocupan solamente unos miles de átomos (unos cientos de nanómetros). Los fabricantes de chips construyen tales componentes mediante un proceso en el que aplican capas semi-conductoras, metálicas y aislantes a una base semiconductora, para crear un circuito microscópico. Consiguen el procedimiento utilizando luz para imprimir patrones en la base. Para que la Ley de Moore continúe según lo previsto, los investigadores han construido circuitos que pueden llevar a cabo computaciones simples, mediante transistores, cables y otros componentes tan pequeños como unos pocos átomos.

Kurzweil y el director científico de Sun Microsystems, Bill Joy, están de acuerdo en que alrededor de 2030, la tecnología de la película The Matrix —donde se visualiza una interfaz en 3 dimensiones entre los humanos y los ordenadores, cuestionando la realidad convencional— estará a nuestro alcance, por lo que la humanidad estará tambaleándose al filo de la Singularidad. Kurzweil explica que esto se hará posible porque la Ley de Moore será sustituida, en las próximas décadas, por otro paradigma en computación . «La Ley de Moore no fue el primero, sino el quinto paradigma en explicar el crecimiento exponencial del poder computacional», dice Kurzweil. El primer paradigma de tecnología computacional fue la máquina de procesamiento de datos utilizada en el  censo de EEUU de 1890. Tal tecnología de computación electromecánica fue seguida por los paradigmas basados en tubos de aspiración, transistores y finalmente circuitos integrados. «Cada vez que un paradigma se agotó», determina Kurzweil, «otro paradigma vino a continuar donde lo había dejado el anterior». El sexto paradigma, el que hará posible la tecnología á la Matrix, llegará en unos 20 ó 30 años. «Es obvio cómo va a ser el sexto paradigma – computación en tres dimensiones», dice Kurzweil. «Nos fundiremos, eficazmente, con nuestra tecnología».

Stewart Brand, en su libro The Clock of the Long Now, discute la Singularidad y otra ley relacionada, la Ley de Monsanto, que postula que la capacidad para identificar y usar información genética se duplica cada 12 a 24 meses. Este crecimiento exponencial en el conocimiento biológico está transformando la agricultura, la nutrición y el cuidado de la salud, en la emergente industria de las Ciencias de la Vida.

Los avances en nanotecnología promocionan la singularidad

Un campo de investigación que está impulsando el crecimiento exponencial de la biotecnología es la nanotecnología –la ciencia de construir máquinas a partir de átomos. Un nanómetro tiene una escala atómica, un tamaño que supone un 0,001% del ancho de un pelo humano. Uno de los retos de esta ciencia es cambiar el tejido atómico de la materia- para hacer ingeniería con estructuras atómicas y construir máquinas que se reproduzcan como materia viva. Al respecto, es parecido a la biotecnología, excepto que la nanotecnología necesita literalmente crear una versión inorgánica del ADN para dirigir la construcción de estas pequeñas máquinas. «Estamos trabajando con las leyes de la biología en un campo donde la naturaleza no ha tenido la oportunidad de trabajar», comenta la profesora de bioquímica de la Universidad de Texas, Angela Belcher. «Lo que tardaría millones de años en evolucionar por su cuenta, sólo tarda unas 3 semanas en el laboratorio». El progreso de las máquinas está derrumbando las barreras entre todas las ciencias. Químicos, biólogos, ingenieros y físicos se encuentran ahora colaborando entre ellos cada vez más en investigación experimental. La apertura del Centro de Nanobiotecnología de la Universidad de Cornell y otros instalaciones alrededor del mundo, ejemplifican esta colaboración. Estos científicos predicen avances que abrirán el camino a computación del tamaño de moléculas y al ordenador cuántico en breve, creando nuevos paradigmas científicos en los que el progreso tecnológico exponencial se saldrá del mapa. Aquellos que han realizado matemáticas exponenciales pronto se dan cuenta de las posibilidades en numerosas industrias y campos científicos –se darán cuenta entonces de que la anomalía de la Singularidad ocurrirá a lo largo de este siglo.

En el año 2005, IBM tiene previsto el lanzamiento del Blue Gene, una supercomputadora que puede trabajar a un 5% de la potencia del cerebro humano. Esta computadora podría transmitir el contenido total de la Librería del Congreso en menos de 2 segundos. Blue Gene/L, desarrollado especialmente para avanzar y servir a la creciente industria de las ciencias de la vida, se espera que opere a unos 200 teraflops (200 billones de operaciones por segundo), más que el poder de computación total de los mejores 500 supercomputadores del mundo. «Será capaz de trabajar con simulaciones extremadamente complejas, creando nuevas fronteras en biología», dice Paul M. Horn de IBM. Según la Ley de Moore, el hardware de las computadoras superará al cerebro humano en la primera década de este siglo. El software que emula la mente humana –inteligencia artificial– puede tardar otra década en evolucionar.

Físicos, matemáticos y científicos como Vinge y Kurzweil han identificado a través de sus investigaciones los límites más probables para la Singularidad y han predicho con seguridad varios caminos que nos llevan a ella a lo largo de las próximas décadas. Estos científicos están  discutiendo actualmente qué descubrimiento podría provocar una reacción de acontecimientos en cadena con la capacidad de alterar la Tierra. Sugieren que los avances en los campos de la nanotecnología o el descubrimiento de inteligencia artificial podrían dar paso a la Singularidad.

La mayoría de la gente cercana a estas teorías y leyes –el sector ‘tech’- no puede esperar a la llegada de semejantes acontecimientos. Los verdaderos creyentes se llaman a sí mismos extropians, posthumanos y transhumanistas, y se están organizando activamente, no sólo para traer la Singularidad, sino también para contrarrestar a los tecnófobos y neoluditas que creen que el progreso tecnológico desconocido excederá nuestra capacidad para revertir cualquier proceso destructivo que pueda ponerse en marcha, aunque sea sin intención.

La antítesis a los activistas neoludistas son los extropians. Por ejemplo, la Progress Action Coalition, formada en el 2001 por la bioartista, escritora y activista extropiana Natasha Vita-More, fantasea sobre «el sueño de la inteligencia artificial… que añade una nueva riqueza al paisaje humano como nunca se ha conocido antes». Pro-Act, AgBioworld, Biotechnology Progress, Foresight Institute, the Progress and Freedom Foundation y otros grupos industriales son conscientes, sin embargo, de que la mayor amenaza al progreso tecnológico no viene de grupos medioambientales si no de una pequeña facción de la comunidad científica.

En abril del año 2000, una fuente inesperada le dio un puñetazo a la llegada de la Singularidad: el director científico de Sun Microsystems, Bill Joy. Joy es un neoludita sin ser un ludita, un tecnólogo advirtiendo al mundo sobre la tecnología. Joy fue cofundador de Sun, ayudó a crear el sistema operativo Unix y desarrolló el software Java y Jinim, los cuales contribuyeron a darle ‘vida’ a Internet. En una portada infame de Wired, Por qué el futuro no nos necesita’, Joy advirtió de los peligros que acarreaban los desarrollos en genética, nanotecnología y robótica. Las advertencias de Joy de que los impactos del progreso tecnológico exponencial podrían desbocarse le dio nueva credencial a la llegada de la Singularidad. «A no ser que cambien las cosas», predijo Joy, «el conocimiento en sí provocará una destrucción masiva». Y así denominó a tal fenómeno: destrucción masiva provocada por el conocimiento.

Tecnologías GNR

En el siglo XX  se desarrollaron tecnologías nucleares, biológicas y químicas (NBC) que, aunque poderosas, requerían acceso a enormes cantidades de materias primas (y habitualmente excepcionales), información técnica e industrias a gran escala. Las tecnologías de la genética, la nanotecnología y la robótica (GNR) del siglo XXI, sin embargo, no requerirán ni grandes instalaciones ni materias primas poco comunes. La amenaza que suponen estas tecnologías GNR se amplifica por el hecho de que algunas de ellas han sido diseñadas para tener la capacidad de replicarse –por ejemplo, pueden construir nuevas versiones de sí mismas. De las bombas nucleares no brotaban más bombas, y los derrames tóxicos no hacían crecer más derrames. Si las nuevas tecnologías autorreplicantes GNR son liberadas en el ambiente, podrían ser casi imposibles de retirar o controlar.

Joy entiende que los mayores peligros a los que nos enfrentamos nacen en última instancia de un mundo en el que las corporaciones globales dominan –un futuro donde Joy cree que el sistema de capitalismo global, combinado con nuestra tasa actual de progreso, le da a la raza humana de un 30% a un 50% de posibilidades de extinción alrededor del año 2030, momento en que se espera que suceda la Singularidad. «No sólo no son esperanzadoras tales estimaciones», añade, «sino que ni siquiera incluyen la probabilidad de otros muchos resultados horribles que se encuentran a un paso de la extinción».

Es bastante probable que los científicos y las corporaciones globales se perderán desarrollos clave –o lo que es peor, evitarán activamente discutir sobre ellos. Una generación entera de biólogos han dejado la disciplina para dedicarse a los laboratorios bio y nano tecnológicos. El biólogo Craig Holdredge hace organismos con tecnología. En un nivel sencillo, esto incluye implantar chips codificados con información sobre salud o seguridad. La biorrobótica también abarca el desarrollo de cyborgs que mezclan sin ningún problema tejido vivo con dispositivos mecánicos. La clonación, la biotecnología, la nanotecnología y la robótica están difuminando las líneas entre la naturaleza y la máquina. En su discurso de 1972, ‘The Android and The Human’, el visionario de la ciencia ficción Philip K. Dick le dijo a su audiencia:

«Las máquinas se están volviendo más humanas. Nuestro entorno, y me refiero a nuestro entorno de máquinas hechas por el hombre, se está volviendo vivo de maneras específicamente y fundamentalmente análogas a nosotros mismos. En el futuro cercano, un humano podría dispararle a un robot sólo para ver cómo sangra por su herida; cuando el robot devolviese el disparo, se sorprendería al encontrar que del humano sale… humo. Será un gran momento de la verdad para ambos».

En noviembre del 2001, Advanced Cell Technology of Massachusetts desvió la atención de la nación de la recesión y el terrorismo cuando anunció que había tenido éxito en la clonación de embriones humanos en una etapa temprana. El debate sobre el asunto estuvo dividido a partes iguales entre aquellos que apoyan la clonación terapéutica y aquellos, como la Asociación Médica Americana, que exigen una prohibición absoluta.

Karel Capek acuñó la palabra robot (‘trabajador forzado’ en checo) en la obra de teatro de 1920 ‘R.U.R.’, en la que las máquinas asumen la servidumbre de la producción en fábricas, y entonces desarrollan sentimientos para eliminar a la humanidad en una revolución violenta. Mientras los robots en R.U.R. podrían representar «la visión de pesadilla del proletariado vista a través de los ojos de las clases medias», tal y como el autor de ciencia ficción Thomas Disco ha sugerido, también son un testimonio de los persistentes temores de que la tecnología hecha por el hombre se desboque.

Temas similares se han manifestado en la cultura popular y el folclore desde la Edad Media, al menos. Mientras algunos pueden rechazar estas historias como paranoia popular, los robots ya están siendo implementados más allá de Hollywood, listos para tomar el relevo en las tareas letales del soldado moderno. El Pentágono está reemplazando a los soldados por sensores, vehículos, aeroplanos y armas que pueden ser operadas por control remoto o son autónomas. Aeronaves sin piloto jugaron un rol importante en los bombardeos de Afganistán y un modelo llamado Gnat llevó a cabo vuelos de vigilancia en Filipinas, en 2002.

El progreso tecnológico pasa cuatro etapas: nueva capacidad, integración, límite tecnológico y declive, al ser reemplazado por un nuevo paradigma. Cada nueva capacidad representa una revolución tecnológica que gradualmente da lugar a un nuevo paradigma tecno-económico, que guía a los entrepreneurs, innovadores, inversores y consumidores. El pionero de la Singularidad Vernor Vinge argumenta que «innovaciones sucesivas ocurrirán en marcos temporales progresivamente más cortos mientras cada nueva tecnología aumenta en poder y converge con otras, cuando los avances en las ciencias de la vida sean aceleradas por el aumento del poder de computación».

Los periodos de tiempo cada vez más cortos hacen que el poder agregado se curve hiper-exponencialmente, con las resultantes olas de convergencias tecnológicas alcanzando finalmente la Singularidad.

La carrera armamentística bio-robótica

Liderando el esfuerzo bélico por control remoto del Pentágono está DARPA (Defense Advanced Research Projects Agency). Mas conocido por crear la infraestructura que se convertiría en la www, DARPA está trabajando con Boeing para desarrollar el X-45, un vehículo aéreo de combate no tripulado. Los aviones sin ventanas de 30 pies de largo acarrearán hasta 12 bombas, de 250 libras de peso cada una. Según los analistas militares, el X-45 se utilizará para atacar radares e instalaciones antiaéreas tan pronto como en 2007. Para 2010, estará programado para  distinguir amigos de enemigos sin consultar humanos y atacar, independientemente, objetivos en áreas predeterminadas. En 2020, aviones robóticos y vehículos dirigirán bombarderos por control remoto hacia objetivos, helicópteros robóticos coordinarán convoys y submarinos no tripulados detectarán y limpiarán campos de minas y lanzarán misiles de crucero.

Acercándose al reto de mezclar hombre y máquina, el Instituto para Nanotecnologías del Soldado del MIT (respaldado por una subvención a cinco años de 50 millones de dólares) está muy ocupado innovando en materiales y diseños para crear uniformes militares que rivalicen la mejor ciencia ficción. Los propios soldados humanos están siendo transformados en cyborgs modernos a través de dispositivos robóticos y nanotecnología.

La Conferencia Internacional en Robótica y Automoción de 2002, organizada por el IEEE (Institute of Electrical and Electronic Engineers), inició su sesión técnica con una discusión sobre biorobots, la fusión de estructuras vivientes y artificiales en un organismo cibernético o cyborg.

En los últimos años, las biociencias y la robótica «se han ido acercando más y más», dice Paolo Dario, fundador de Laboratorio de Tecnología Robótica Avanzada y Sistemas, de Italia. «Más y más, modelos biológicos están siendo utilizados para el diseño de robots biométricos [y] los robots son usados cada vez más por los neurocientíficos como plataformas clínicas para validar modelos biológicos». Algunas construcciones artificiales están empezando a aproximarse a la escala y  complejidad de los sistemas vivos.

Algunos de los avances científicos esperados para los próximos años prometen hacer que la clonación y la robótica parezcan benignas. La convergencia de tecnología y naturaleza ya han dado descendientes impactantes. Consideremos los siguientes ejemplos:

Ratas-autómatas. Investigadores de la State University del Centro para la Ciencia de la Salud de Nueva York, en Brooklyn, han convertido una rata viva en un autómata dirigido por radio control utilizando tres electrodos situados en el cerebro del animal, el cual puede ser guiado en remoto a través de una carrera de obstáculos, haciéndole girar, enroscarse y saltar a demanda.

Implantes-chip. En mayo de 2002, chips identificativos codificados con información médica les fueron inyectados, con silicona microscópica, a 8 residentes ancianos de Florida. Los Angeles Times reportó que esto les hizo «escaneables, tal y como lo es un tarro de mantequilla de cacahuete en la caja de un supermercado». Applied Digital Solutions Inc., fabricante del chip, tendrá pronto el prototipo de un dispositivo implantable capaz de recibir señales de satélite GPS y transmitir, por tanto, la localización de una persona.

Reproducción exouterina. Embriones humanos han sido implantados y desarrollados con éxito en úteros artificiales. Los experimentos fueron detenidos a los pocos días para evitar la violación de las leyes sobre fertilización in vitro.

Biocomputadoras. Investigadores israelís han modelado una ‘biocomputadora’ a partir de ADN, que puede manejar mil millones de operaciones por segundo con una precisión del 99,8%. Reuters ha informado que estas biocomputadoras son tan minúsculas que «un billón de ellos podrían caber dentro de un tubo de ensayo».

Proyecto Cyborg. En Inglaterra, el Profesor Kevin Warwick de la Universidad de Reading ha implantado microchips en su propio cuerpo para monitorizar y controlar en remoto sus emociones físicas. Durante los experimentos del Proyecto Cyborg de Warwick, los ordenadores fueron capaces de monitorizar sus movimientos y abrir puertas según se aproximaba.

Robot espía. En los Laboratorios Sandia National, en EEUU, los ingenieros han construido un robot espía por control remoto con escáner, micrófono y un microsensor químico. El robot pesa 25 gramos aproximadamente y es más pequeño que un céntimo. Los científicos del laboratorio predicen que el microdot podría resultar ser valiosísimo en la protección de los intereses económicos y militares americanos.

La próxima carrera armamentística no estará basada en replicar y perfeccionar una única tecnología letal, como las bombas nucleares del pasado, ni en armas espaciales del futuro. La nueva carrera armamentística trata de acelerar el desarrollo y la integración en el aparato militar de sistemas humano-robóticos avanzados autónomos biotecnológicos. Un accidente o una guerra masiva utilizando estas nuevas tecnologías podría ser más catastrófica que cualquier guerra nuclear.

Donde el mapa excede al territorio

La tasa de adopción de las tecnologías GNR en nuestra sociedad –sin tener en cuenta los ensayos de seguridad a largo plazo o la investigación de sus ramificaciones políticas, culturales y económicas- emula el desarrollo y la proliferación del poder y las armas nucleares. Las pérdidas humanas causadas por la experimentación, producción y desarrollo todavía se sienten desde la era de las tecnologías NBC.

La discusión sobre los impactos medioambientales de las tecnologías GNR, al menos en EEUU, ha sido relegada a los márgenes. En las discusiones tecnológicas sobre la Singularidad, se han echado en falta voces preocupadas o contrarias. El verdadero coste de este progreso tecnológico y de cualquier Singularidad que esté por venir, supondrá la disminución sin precedentes de los habitantes de este planeta y el aumento de la tasa de extinción global. La World Conservation Union, el Congreso Internacional de Botánica y una gran mayoría de biólogos en el mundo creen que ya está en camino una extinción global masiva. Como resultado de la actividad humana (extracción de recursos, agricultura industrial, introducción de animales no nativos y crecimiento de la población), se espera que hasta 1/5 de todas las especies vivientes desaparezcan en los próximos 30 años. Una encuesta Harris (Harris Poll) realizada entre los 5000 miembros del Instituto Americano de Ciencias Biológicas, encontró que un 70% creía que lo que ha sido denominada como ‘Sexta Extinción’ está ahora en camino. Otra encuesta simultánea de Harris encontró que el 60% del público americano desconocía este colapso biológico inminente.

Al  mismo tiempo que la antigua creación biológica de la naturaleza está en declive, formas de vida biotecnológicas creadas en laboratorio- soja modificada genéticamente, salmón de ingeniería, ovejas clonadas, drogas de diseño, biorobots- están en aumento. Naturaleza y tecnología no están simplemente evolucionando; están compitiendo y combinándose entre sí. Finalmente se convertirán en una sola. Escuchamos informaciones a diario sobre estas nuevas tecnologías y creaciones, mientras aquí y allá aparecen indicios del posible colapso biológico. Sobrepasados los bordes del cambio, más allá del muro, a través del futuro, cualquier cosa parece posible. ¡Atención a los dragones!


James John Bell es escritor, director y productor.